
Se sentó en mi cama y empezamos a hablar, a coquetear y en poco tiempo nos estábamos besando. Después de unos minutos de besuquearme, mi mano se movió bajo su camisa, y ella respondió quitándosela por completo antes de quitarme la mía también. Ella entonces procedió a bajar la cremallera de mis pantalones y masajear mi polla a través de mis calzoncillos hasta que fuera tan duro como una roca. La llevé de vuelta a mi boca, besándola profundamente mientras le bajaba la cremallera y le quitaba los pantalones, dejándola con un sujetador y una tanga rosada a juego.
Le froté el clítoris con su tanga y se quitó el sostén. Ver sus tetas perfectas venir libre hizo que mi polla pulso con anticipación. Empezó a gemir mientras se mojaba, y yo empujé su tanga a un lado e inserté dos dedos profundamente dentro de ella. Ella dio un grito ahogado antes de subir encima de mí y frotar su clítoris contra mi polla dura como una roca. Después de unos segundos me arrancó los calzoncillos mientras yo le quitaba la tanga y ella se subió encima de mí. Poco a poco se bajó en mi polla, ya que llenó su coño apretado. Ella arqueó su espalda mientras movía sus caderas hacia arriba y hacia abajo alrededor de mi polla, sus tetas perfectas rebotando hasta que las alcancé y las agarré.
Empezó a gemir más y más fuerte, y yo empecé a cogérmela más y más fuerte. En poco tiempo, no pude contenerlo más y me metí profundamente dentro de ella mientras mi polla explotaba. La sensación de que mi polla se hinchaba y le disparaba semen la llevó al borde del abismo mientras erupcionaba en su propio orgasmo masivo.
Ella no se fue hasta la mañana siguiente, después de que pasamos horas follando en varias posiciones antes de quedarse dormida desnuda con el amanecer. Hemos estado saliendo desde entonces, y no hace falta decir que no fue la única noche que pasó desnuda en mi habitación.